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El que fuese entrenador del Real Madrid entre 1986 y 1989 y también en 1992, Leo Beenhakker, ha fallecido hoy en Rotterdam a los 82 años de edad. Su legado en el club es imborrable y su influencia perdurará en la memoria de los aficionados.
Un entrenador que dejó huella
El técnico neerlandés siempre será recordado porque logró llevar la excelencia en el juego del Real Madrid de la Quinta del Buitre a cotas inimaginables en su primera etapa, siendo el último entrenador que logró ganar tres Ligas consecutivas y el doblete Liga-Copa del Rey. Desde que él ganase esos tres títulos ligueros, no ha habido ningún entrenador que lograse repetir ni siquiera dos campeonatos seguidos.
La Copa de Europa, la gran asignatura pendiente de Beenhakker
Sin embargo, su talón de Aquiles fue Europa, donde el Real Madrid no logró su ansiada Séptima. La tuvo muy cerca, especialmente en la temporada 1987/1988, en la que el Real Madrid firmó una de sus más duras eliminaciones de su historia, alcanzando las semifinales en sus tres participaciones. Bajo el antiguo formato de la Copa de Europa, el Real Madrid fue eliminando a un sinfín de equipos históricos, pero siempre acabó cayendo en la penúltima ronda, postergando nada menos que 10 años el sueño de la ansiada Séptima.
La llegada de Beenhakker al Real Madrid
Leo Beenhakker llegó al Real Madrid en junio de 1986 procedente del Volendam holandés, tras una muy buena trayectoria en el Real Zaragoza, donde había dejado un gran sabor de boca en las tres temporadas que estuvo en la capital maña. Su misión era hercúlea, ya que llegó para sustituir al mítico Luis Molowny, quien había hecho una temporada excelente, logrando un histórico doblete al ganar la Liga y la segunda Copa de la UEFA del club.
Temporada 1986/1987: El Bayern Munich, un muro inalcanzable
En su primera temporada como entrenador madridista, el Real Madrid no tuvo cruces sencillos. En octavos de final, le tocó bregar contra un hueso durísimo de roer como era la Juventus. En el partido de ida, disputado en el Bernabéu, el Real Madrid logró la victoria por la mínima gracias al tanto de Butragueño a los 20 minutos. La vuelta, disputada en el Communale de Turín, se repitió el resultado de la ida, pero del lado italiano. El partido, tras una prórroga sin goles, se decidió en los penaltis, donde los blancos se impusieron por 3-1.
Lo peor llegó en las semifinales. El sorteo deparó un nuevo “Clásico” europeo frente al Bayern Munich, la gran bestia negra de los madridistas en el continente. El partido de ida fue un fiel reflejo de las grandes diferencias entre ambos clubes, y el Bayern arrolló a los blancos por 4-1. A pesar de la temprana expulsión de Augenthaler en el partido de vuelta, el Real Madrid no pudo lograr el milagro y quedó eliminado.
Un legado imborrable en el corazón de los madridistas
Por este motivo, además de por su eterna sonrisa y su simpatía, embutidas en su sempiterno chándal de la marca Hummel, Beenhakker pasó por derecho propio a la historia triunfal del club y siempre estará en el recuerdo de toda una generación de madridistas que vivió la transición del Real Madrid de la épica y la testosterona a unos estándares de calidad en el juego que se han visto muy pocas veces más en estos últimos 40 años.
Temporada 1987/1988: La gran decepción del PSV
La temporada 1987/1988 fue, probablemente, la mejor y más completa temporada europea del Real Madrid en décadas. En la primera eliminatoria, el equipo tuvo que bregar con el Nápoles de Diego Armando Maradona. A pesar de jugar la ida a puerta cerrada por la sanción que recibió el club, el Real Madrid logró una victoria por 2-0. Sin embargo, la gran decepción llegó en las semifinales, donde el PSV Eindhoven se interpuso en el camino hacia la gloria.
Aquel encuentro se recordará por la frustración, ya que el Real Madrid no pudo pasar del empate a cero en la vuelta, lo que significó la eliminación del equipo. Aquella fue, sin duda, una de las mayores decepciones de esa generación de madridistas, pues fue la vez que el Real Madrid tuvo más cerca la ansiada Séptima.
Un regreso efímero y el final de una era
En enero de 1992, Beenhakker, que ocupaba entonces el puesto de Manager General del club, cambió los despachos por el banquillo del Real Madrid en una fugaz y efímera etapa. Actuó como recambio de Radomir Antic, quien había sido destituido de forma fulminante. Sin embargo, en esta ocasión, las cosas le rodaron francamente mal al holandés, que vio cómo el equipo se descosió en las últimas jornadas, hasta llegar a la fatídica “Tarde de los Transistores” en Tenerife.
El equipo necesitaba ganar para asegurar el título, pero en una tarde horrible, marcada por un arbitraje polémico, el equipo tinerfeñista le remontó un 0-2 en la segunda mitad. El Real Madrid acabó perdiendo el partido por 3-2 y, de paso, un título que semanas antes tenía en sus manos. Fue despedido y ya no volvió a tener relación alguna con el club.
Descanse en paz, Leo Beenhakker
Desde aquí, acompañamos en el sentimiento a toda la familia de Leo Beenhakker y a un Real Madrid que hoy, sin duda, está de luto. Su legado perdurará en la historia del club y en el corazón de todos los aficionados que disfrutaron de su fútbol. Descanse en paz.
