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El fenómeno del doble rasero mediático
Hay un fenómeno fascinante en el ecosistema de la prensa deportiva española: el doble rasero mediático que separa, como un cuchillo afilado, al Real Madrid del club cliente de Negreira. Se trata de un ejercicio de prestidigitación narrativa, una magia de salón de baja estofa por la cual los mismos hechos son interpretados, amplificados o silenciados según el escudo que los protagonice.
Realidades paralelas en la cobertura mediática
No estamos hablando de matices. Estamos hablando de realidades paralelas. De Orwell. De 1984. De la neolingua deportiva en la que «fichaje estratégico» quiere decir «despilfarro obsceno» si lo hace el Madrid, y «inversión de futuro» si lo ejecuta el club al que se le caen los títulos de las vitrinas… y los sobres del palco.
La tibieza ante el NegreiraGate
Empecemos por el NegreiraGate, ese Himalaya de inmundicia institucional al que la prensa patria ha reaccionado como si le hubieran pillado al hijo pequeño robando sugus en el estanco. Titulares en minúscula, tibieza editorial, paños calientes y una obsesión neurótica por arrastrar al Madrid al mismo lodazal. “Todos los grandes clubes han tenido relaciones con estamentos arbitrales”, decía un medio de papel satinado que lleva décadas relamiéndose con las sospechas más infames cuando el gol lo marca el Real Madrid en el minuto 89. ¿Todos los grandes clubes? ¿También el Lincoln Red Imps? ¿El Nottingham Forest de Clough? ¿El Castilla del 84?
La cobertura mediática del escándalo
No es que el escándalo no se haya cubierto. Es que se ha cubierto con una manta pequeña, que deja los pies al aire. Se informa, sí, pero sin editorial. Se denuncia, pero en página impar. Se dice “el Barça pagó”, pero se evita escrupulosamente decir “para qué”. No hay preguntas incómodas en las ruedas de prensa, no hay campañas, no hay documentales, no hay fuegos artificiales, no hay, en definitiva, periodismo. Lo que hay es un cordón sanitario de silencio cómplice, de equidistancia impostada, de “bueno, pero Florentino también se sienta cerca de alguien”.
El doble rasero en los fichajes
Ahora bien, si el Madrid ficha a un joven brasileño por 60 millones con 17 años, prepárense para la sinfonía de violines desafinados: “Fútbol moderno”, “burbuja insostenible”, “robo a Sudamérica”, “colonialismo financiero”. Y si ficha a Mbappé sin pagar un euro de traspaso, es “una indecencia salarial”. No importa que esos mismos plumillas escribieran oda tras oda al sueldo de Messi (ese hombre al que Hacienda le tenía que explicar con dibujos lo que era el IRPF).
La narrativa que se impone
No importa que el mismo club que se declara insolvente para fichar tenga luego dinero para renovar a De Jong o para fichar a un jugador cuyo apellido acaba en -inho. La narrativa manda. Y la narrativa, amigos, se escribe en catalán, se revisa en catalán y se imprime en castellano. El problema no es que la prensa sea culé. Es que se ha entregado a la causa con una fe digna del padre de Haaland buscando piso en El Prat.
El Madrid como villano funcional
Ese equipo del que usted me habla es el niño mimado, el genio díscolo, el artista bohemio que vive de prestado, que no paga pero emociona, que llora en rueda de prensa mientras un directivo le pasa el sobre por debajo de la mesa. El Madrid, en cambio, es el villano funcional. El banquero de ojos fríos. El imperio sin alma. El señor Burns con galones.
El VAR y su interpretación sesgada
¿Y qué pasa con los árbitros? Pues que si pitan un penalti a favor del Madrid, es “polémico”. Si no lo pitan, “hubo dudas”. Si se lo pitan al Barça, es “claro”. Si no se lo pitan, “hay contacto, pero no suficiente”. El VAR, como los dados en las novelas de Dostoievski, solo sale bueno si es blaugrana. ¿Recuerdan aquella maravillosa frase de Guardiola tras un partido robado al Chelsea? “No hemos venido a Londres a pasar la eliminatoria, sino a tener el balón”. Pues eso.
La falta de pudor en la cobertura
Lo más extraordinario de todo esto no es la parcialidad. Es la falta de pudor. Ya no se molestan en disimular. El club que más veces ha sido condenado por el TAS, que ha vulnerado el fair play financiero, que ha falseado contratos y pagado durante veinte años al vicepresidente de los árbitros, sigue siendo retratado como la resistencia romántica ante el malvado Madrid. Un Madrid que construye estadios con su dinero, ficha con fondos propios, presume de cuentas auditadas y no debe ni una servilleta a la UEFA.
Un llamado a la honestidad en el periodismo
No se trata de exigir que aplaudan al Madrid. Pero sí de pedir, humildemente, que no tomen por idiotas a los lectores. Que no nos vendan como épica lo que huele a picaresca. Que no llamen valors a lo que huele a sobres. Que no pongan la música en el gol del Barça y el ruido en el gol del Madrid. Porque el ruido, queridos amigos, lo hacen ellos. La música, ya la pone Jude Bellingham.
